Próximas carreras (o al menos, intenciones)

Apuko, o la fábrica de "chocolate"

Hace un año, debuté en carreras de monte aquí mismo, en la Subida al Apuko. Entonces ya me dijeron que había habido mucho barro. Y eso que los días anteriores no habían sido muy lluviosos. Me gustó la experiencia y aunque menos de lo que yo quisiera, he seguido corriendo por el monte y haciendo alguna carrera que otra.

El domingo, volví a los inicios.

23 kilómetros nos esperaban. Subidas, bajadas, pistas, laderas, y barro, muuuuucho barro. También había zonas en las que casi hubiéramos necesitado las gafas de piscina para pasar.

El año pasado corrí con unas Asics que me compré en Londres, y éste año he estrenado unas Salomon Speedcross. Y vaya diferencia. Con las Asics he ido siempre muy cómodo, pero con miedo porque a veces patinan bastante. Sin embargo ayer, con las Salomon, no resbalé ni una sola vez, y eso que como digo, había barro como para exportar.

Hice exactamente el mismo tiempo que el año pasado, 2 horas y 26 minutos. Es un tiempo estupendo, teniendo en cuenta que el año pasado por estas fechas, estaba ya ultimando la preparación para el Maratón de Barcelona y el terreno estaba más “corrible”. Este año estoy aún empezando a pensar en preparaciones, y como digo, el terreno no era nada propicio para correr. Además, llovía, hacía frio, niebla...


La carrera empezó puntual. A las 10 salieron los de las Bicis y a las 10:30 los corredores. Del Txoko fuimos unos cuantos.
De Izda a dcha, de pie: Free, Gandalfin, Aimar, Galeote, yo, Mugan, Jopian
Agachados: Churrus y Adf.
Al principio, hay una cuesta ininterrumpida de unos 3 kms por una pista de asfalto. Corrí durante buena parte de éstos tres kilómetros, para luego hacer varios tramos andando. Total, los que iban al lado mío corriendo no me sacaban apenas distancia y el esfuerzo es mayor.

En el km 3 y pico estaba el primer avituallamiento, en el que no tomo nada. Y justo después empezamos a bajar un tramo y ya se ve cómo va a estar buena parte del recorrido. Al principio empiezo a bajar con un poco de respeto, porque no se cómo van a responder las zapatillas, pero cuando voy viendo que se agarran muy bien, empiezo a perder el miedo y voy cogiendo velocidad.
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Hasta llegar al cortafuegos del Eretza, hay unos 3 kms de toboganes pero que suben más de lo que bajan. Y así, entre la niebla, de repente te encuentras en pleno cortafuegos. Hay una parte de subida hasta un camino. Se hace difícil porque no hay mucho sitio donde agarrarse, pero subes sin darte cuenta, porque, al menos yo, estaba más pendiente de ver cómo bajaban por el mismo cortafuegos, los que iban bastante delante de mí. Cuando llego yo a esa zona, no me parece muy difícil. El año pasado lo pasé peor en esa zona.

Después viene la parte más corrible de toda la carrera. Con bajadas por hierba, senderos, pistas. Hay durante todo el recorrido, muchos ciclistas que tienen problemas por el barro.

Durante esta parte de la carrera, voy charlando con unos y con otros, hablando de lo bonito que está siendo, otros de lo dura que es, alguno que no la conocía me preguntaba a ver si faltaba algo muy duro.

A éstos últimos les avisé de que tras coronar el Apuko, hay una bajada por la ladera del monte, de unos 200-300 metros en los que el porcentaje de desnivel es una pasada. No sabría calcularlo, pero más del 25% seguro. Además no hay nada dónde poder agarrarte. El año pasado, cuando llegamos al 16 y pico, se veía ya el Apuko y esa bajada. Se veía cómo bajaban y daba miedo. Este año, por la niebla, no se veía nada.

Me tomé una barrita de cereales en el avituallamiento del km 15, que me costó abrir porque tenía las manos heladas.

La última subida, la del Apuko, se me hizo menos dura que el año pasado. Seguramente porque ya la conocía. De hecho subí hablando con un chico que no sabía cuánto faltaba para el final de carrera y se lo estuve describiendo un poco.

En la cima del Apuko
En la cima del Apuko, tomo un vasito de agua y sigo para abajo. La ladera era un espectáculo. Alguno bajaba como un kamikaze, otros resbalando con el culo, y la mayoría bajábamos de costado para no enbalarnos.

La última parte de la carrera, todo bajada y más barro todavía. Se me hizo más corta que el año pasado. Delante de mí, iba un chico, como a unos 5 metros. Detrás nadie, aunque se oían los chirridos desesperados de los frenos de alguna bici. Antes de llegar a la porqueriza, el que iba delante de mí, se resbaló al pisar una piedra y se cayó de morros. Le ayudé a levantarse y le pregunté a ver si le había pasado algo, y como me dijo que no, seguí. Él se quedó atrás.

Justo en el tremendo barrizal de después de pasar la porqueriza, veo a Toño. Le pregunté a ver qué tal estaba, porque me pareció muy raro pillarle en carrera. Me dijo que bien, que estaba bien, pero que había ido con mucho cuidado en las bajadas. Yo le dije que estaba disfrutando como un cochino, y seguí corriendo.

De aquí a meta no quedaba nada, así que apreté un poco, disfrutando de los últimos charcos.

Al cruzar la meta, vi que Toño entraba casi seguido a mí, pero venía cojeando. Se había dado de bruces contra un muro y llevaba algo de sangre en la mano y una brecha en la rodilla.

El avituallamiento de final de carrera, sencillamente impresionante. Había de todo: fruta, frutos secos, cocacola, agua, caldito caliente, chorizo a la sidra, macarrones con tomate, leche caliente... un lujo.

Los datos de la carrera en Endomondo : Pichando aquí



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