Próximas carreras (o al menos, intenciones)

Más vale prevenir que lamentar


Más vale prevenir que lamentar. Sabio refrán que desde muy pequeñito oía decir a mi abuela. Y es que ella siempre fue muy miedosa, sobre todo cuando se trataba de sus nietos, y daba igual de qué se tratase, pero siempre veía el “peligro” en cualquier cosa que hiciésemos, como por ejemplo tumbarnos directamente en la hierba, en pleno agosto y decirnos que tuviésemos cuidado, que nos íbamos a enfriar, o cuando me veía volver de correr y me decía que a ver dónde había estado, que estaba sudando y que iba a coger una pulmonía.

Pues algo así ha pasado este fin de semana. Nos han puesto en alerta roja y han suspendido todas las actividades que se iban a celebrar al aire libre, incluidas las carreras, desde las 15:00 horas del sábado hasta las 15:00 del domingo. Y no me parece mal. Creo que gracias a esa previsión, nos hemos evitado desgracias como las que han pasado en Francia, dónde la cifra de muertos está por encima de los 40.

Aún así, creo que han pecado por exceso. 24 horas ha sido un margen de tiempo muy grande, teniendo en cuenta, además, que al final por aquí no ha sido tan grave como la ciclogénesis que sufrimos hace justo un año, cuando vi colgadores de ropa arrancados de la fachada. El sábado hizo viento, pero al menos en Bilbao, fue soportable.

El domingo a la mañana amaneció un día espléndido, primaveral, con una temperatura envidiable, el cielo despejado y ni una gota de aire.

Y aunque Cynthia, que así le han llamado a esta “tormenta perfecta”, ha sido más suave de lo esperado, a mí personalmente me ha afectado más que la del año pasado. Y podía haber sido peor. En el avance de la caravana, el viento hizo que reventara una cremallera, quedando todo el lateral al descubierto, pero gracias a la maña de Patricia con la aguja y el hilo, el problema ha quedado en un sustillo. Otros compañeros del camping no han tenido tanta suerte, y el viento se ha llevado, literalmente, su avance.

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