Próximas carreras (o al menos, intenciones)

Historia del Atletismo (del mío) - Capítulo 4 - La Waterpolo Krosa



Después de mucho tiempo sin hacer nada, volví a jugar a waterpolo. Por aquél entonces, hablamos sobre el año 1998 o así, entrenábamos y jugábamos en Sestao. Estuve jugando allí unos dos años. Y luego... llegó la hora de trabajar, con lo que no había mucho tiempo para dedicarle al deporte.

Alguna vez, ya viviendo en el Casco Viejo, salí a correr lo que entonces me parecía un mundo, desde el Arenal hasta el Puente de Euskalduna y vuelta. Tardaba una media hora o así, y volvía a casa más contento, y cansado, que unas castañuelas.

Un día de septiembre del 2002 me encontré con un vecino, compañero y amigo, Oskar Folgado, y hablando con él me dijo que el equipo de waterpolo había vuelto a sus orígenes, la piscina de Maristas, y que yo no podía faltar allí, viviendo, además, tan cerquita. El caso es que volví a jugar a waterpolo, y con ello volvieron los entrenamientos correriles cada principio de temporada. Eran pocos kilómetros y sólo durante un par de meses o así al año. Además, desde agosto de 2003 ya no fumaba, con lo que mi estado de forma era mucho mejor que otros años.

Y llegó noviembre de 2004, y con él de nuevo, la Herri Krosa de Bilbao.
A alguien del equipo, no recuerdo a quien, se le ocurrió la brillante idea de correrla con el gorro de waterpolo puesto, para “promocionar” nuestro deporte.

Nos apuntamos unos cuantos, aunque bastantes menos de los que al principio habían dicho que iban a correr. Yo pensaba que estaba en forma, pero ahora viendo la foto que nos hicimos veo que estaba bastante “fuertote”, cosa que para jugar de boya me venía muy bien.

Lo que pasa es que corriendo era un paquete, más aún que ahora. En los primeros metros de la carrera, ya iba hecho polvo, y para el kilómetro 2 ya estaba corriendo solo. El resto de la gente del equipo se había escapado y yo me quedé atrás, pasando la vergüenza de correr sólo y con el gorrito puesto.

Lo pasé bastante mal durante la carrera. Cuando pasé por Deusto, a la altura de la Casa Vasca, vi que en dirección contraria venían los de mi equipo, y decidí colarme y juntarme con ellos. Aguanté unos 100 metros a su lado antes de volver a quedarme sólo.
Llegué a meta destrozado y jurando hasta en arameo que no iba a volver a correr, que eso es de cobardes.

Aún así, me lo pasé muy bien y después de la carrera fuimos a tomar un pinchito y una cervecita que como hoy en día, es lo mejor de muchas carreras, el compartir charlas y risas con la gente que comparte tu afición por el deporte.

Y conseguímos lo que nos habíamos propuesto, promocionar el waterpolo, y para muestra un "par de botones"
Foto del DEIA


Héctor Ortega hablando para Canal Bizkaia
Tres semanas después de aquella carrera, nació Alba y desde aquel mismo día dejé de correr, de nadar,... de hacer deporte, pero valía la pena dejarlo por estar con la pequeñaja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario